¡¡¡ME MARCHO A AUSTRALIA!!!

Después de estar casi dos años viviendo en las Islas Maldivas, haber viajado por el sudeste Asiático y haber vivido incontables experiencias, me dirigía a vivir mi siguiente aventura: AUSTRALIA.

Pensé en la idea de estudiar inglés algunos años atrás, y quería hacerlo bien, irme a un país de habla inglesa donde, además del idioma, pudiese disfrutar de un lugar nuevo, lejos de Europa, lejos de lo que en España consideramos normal, vivir una experiencia en toda regla, y me decidí por el continente de los canguros y los koalas, de señores con sombrero y surferos repartidos por toda la costa. Sí, no tenía ninguna duda de que quería ir a Australia.

Mi primera toma de contacto fue en España, a finales del 2010, cuando planeé desde Madrid comenzar a recopilar información. Recuerdo que Mar en su oficina de Information Planet España, me transmitió toda su energía y me hizo ver que a ella, vivir en Australia le cambió la vida. Empezamos a tramitar todo, pero al final me surgió el trabajo en las Islas Maldivas y dejé de lado la idea de irme a Oceanía, aunque nunca perdí el contacto con Mar.

Cuando a mediados del 2012 le dije a Mar que estaba lista y que mi siguiente paso sería irme a Sydney, ella seguía con la misma fuerza y las mismas ganas de ayudarme en mi aventura. Juntas, siempre utilizando e-mails y skype, elegimos la escuela que mejor se adaptaba a lo que yo buscaba, hablamos de las mejores zonas para vivir, los diferentes tipos de trabajo a los que podía acceder y cómo prepararme para ello, las opciones de alojamiento que existían, y un largo etcétera que no hacían más que alimentar mis ganas de llegar por fin a mi ansiado destino.

Había elegido APC, pues no era de las más caras pero era una buena escuela, disponían del curso de Inglés para negocios que era lo que yo quería hacer, y estaba cerca de Circular Quay, el puerto de Sydney. Cómo yo venía de Maldivas, me apetecía más vivir la ciudad que la costa, así que descarté Bondi, a pesar de las altas recomendaciones que recibía continuamente. Luego descubrí que la esencia de Sydney, el espíritu surfero y el carácter del australiano, es palpable en la zona de Bondi Beach… lugar que me enamoró a primera vista.

Llegué a Sydney en Julio, pleno invierno, frío. En el aeropuerto me esperaba una señora australiana que había conocido en Maldivas y que me ofreció quedarme en su casa para que así pudiese ahorrar algo de dinero y por qué no, viviese más de cerca la cultura de este país. Sharon nada más llegar a Sydney me invitó a un café y me dijo que en Australia existe una gran pasión con el café, y que tienen el mejor del mundo. De momento me resistí a probarlo, pues nunca me ha gustado más que su olor, y a mi amiga eso no le hizo mucha gracia, teníamos algo pendiente.

La casa era una planta baja, en la zona de Waterloo, a 20 min en autobús del centro de la city. Me había adaptado un pequeño salón con terraza, y lo había convertido en mi dormitorio. Estaba contenta y feliz… deseando salir a ver más de la ciudad, deseando conocer más y más. Mis clases no empezaban hasta dentro de dos semanas, por lo que tendría tiempo suficiente para explorar y disfrutar Sydney.

Salita donde instalamos mi dormitorio, con salida a la terraza

 El primer día estaba tan cansada que después de una larga siesta, Sharon me despertó con la cena, un enorme bistec y verdura hervida que me supieron a gloria. Nos pasamos charlando acerca de mi trabajo en Maldivas, mis compañeros, mi decisión de venirme a Australia, mi búsqueda de trabajo aquí y un largo etcétera, durante más de dos horas. Aquella noche dormí como un bebé, y al día siguiente desperté como una niña con zapatos nuevos.

¡Sydney, allá vamos!

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