Bye Bye Brisbane!
Nos despertamos en Surfers Paradise después de haber dormido como princesas en aquella cama tan grande, aunque estuviésemos las tres. El dueño de la casa nos tenía café preparado y mientras nos arreglábamos y preparábamos la maleta para irnos, pudimos disfrutar de las espectaculares vistas desde el balcón.
Nos fuimos a desayunar al lado de la playa, por supuesto el típico desayuno australiano con todo lo que quepa en el plato ¡Qué rico!
Para bajar el desayuno nos fuimos a dar un paseo por la playa, una de las más grandes que he visto en mi vida, y preciosa. Aunque no hacía calor para bañarse, pudimos disfrutar un poco del sol y relajarnos antes de visitar Wildlife Park, donde teníamos pensado abrazar a los koalas y disfrutar con los canguros “en libertad”.
Fuimos en autobús y la verdad es que en este parque tenían muchísimos animales exóticos y estaba todo muy bien cuidado y muy limpio. La entrada era bastante cara, pero tratándose de Australia no nos quedaba otro remedio que pagarla.
Por fin pudimos ver a los koalas tan cerca que casi podíamos tocarlos. La verdad es que ya era tarde y estaban recogidos, por eso no pudimos disfrutar de estos dulces animalitos. Pero sí que pudimos hacerlo con los canguros… ¡y que sensación! No se puede decir que sean unos animales cariñosos, pero tampoco son ariscos o peligrosos. Estuvimos con ellos un buen rato y nos hicimos muchas fotos. Fue increíble verles ir de un sitio a otro moviendo sus crías, jugando entre ellos, descansando o jugando ¡hasta vimos una pelea de canguros! Fue impresionante y lo disfrutamos muchísimo.
Aprendí que las mamás canguros tienen embarazos de 33 días ¡menuda suerte! Aunque luego llevan a sus crías en su bolsita durante 200 días más. Por suerte vimos muchas crías y sin duda fue una experiencia increíble.
Aquella noche nos cambiábamos de casa, habíamos alquilado una habitación en la ciudad de Brisbane. La dueña no estaba así que nos dejó la llave escondida y un mapa para encontrarla, no es broma, tardamos casi una hora en poder entrar en la casa, lo que causó otro de los momentos más divertidos de nuestro viaje. La casa era preciosa y estaba decorada con mucho gusto, nos hizo sentir como en casa desde el principio, y por eso nos hicimos una suculenta cena al mas puro estilo español que acompañamos con un vino blanco australiano.
Después del día tan largo, caímos rendidas en la cama y al día siguiente (ya con las pilas cargadas) nos dispusimos a visitar la ciudad de Brisbane. Empezamos por supuesto por un buen desayuno, esta vez en una de las calles más concurridas de la ciudad, donde además pudimos disfrutar de un mercadillo local en el que encontramos cosas preciosas, yo me compré un bolso de mil colores de estilo hippie por unos 15€ al cambio, pero me encantó y se convirtió en mi bolso favorito durante mucho tiempo.
Estuvimos andando hasta Orleigh Park, donde vimos las antiguas casas de los años 50 al otro lado del río. Paseamos por Danvies Park, que es el parque más antiguo del sur de Brisbane y cruzamos el puente William Jolly hasta llegar a la zona de South Bank, una de las más concurridas.
Nos gustó mucho porque hay una pequeña playa artificial con socorrista incluído a pesar de lo pequeña que es, y está rodeada por arena y césped. Allí nos tumbamos al sol durante un buen rato para descansar de la caminata y luego decidimos entrar al cine. Que yo al menos, como antes vivía en Maldivas, llevaba más de 2 años sin ver una película sentada en las butacas de un cine.
Palomitas grandes (dulces por supuesto ya que aquí no las hay saladas) y coca-cola para ver la nueva de “Super Man”, la cual tuvimos problemas para entender ya que como es versión original y el malo de la peli habla con una máscara en la boca todo el tiempo, no nos resultó nada fácil.
El camino de vuelta lo hicimos ya de noche, y como estábamos de nuevo cansadas pues no salimos de fiesta. Aprovechamos el día siguiente también para hacer algo de turismo y poner fin a nuestra pequeña escapada a la Costa Dorada de Australia, donde habíamos disfrutado como enanas las tres amigas.
Pero como todo lo bueno se acaba… cogimos de nuevo el avión… ¡y de vuelta a casa, a Sydney! A seguir con la escuela y la búsqueda de trabajo.
Sandra Manrique
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